(Texto escrito por Gonzalo J. Escudero Manzano)
En Casayo se encuentra la ermita de san Gil, situada en el escarpado valle homónimo y a menos de 300 metros en línea recta de Pala de Cabras, donde se encuentran las pinturas esquemáticas. Acercarnos a la personalidad histórica de este personaje es harto complicado. El San Gil «original» fue un monje cenobita del siglo VI d.n.e. originario de Atenas que, tras vivir un tiempo en Marsella, se retiró a un bosque próximo al Ródano (que actualmente se llama «Bosque de San Gil»); allí el cenobita se alimentaba con la lecha de una cierva que, perseguida según la leyenda por el rey Childeberto, dio a parar a la cueva de San Gil. Sin embargo, este no es el San Gil que encontramos en Casaio. Las fuentes más antiguas que nos narran sobre su existencia y empresas son de los siglos XVI y XVII. Todas ellas repiten las mismas ideas y fueron redactadas por autores vinculados a la Iglesia.
La referencia más antigua a este santo nos la ofrece Antonio de Yepes en 1615. Este historiador benedictino afirma que san Gil fue abad en Castañeda y posteriormente se retiró como anacoreta a una ermita. Sin embargo, añade que no ha localizado “la vida deste santo escrita, assí la remito a que la cuente el padre Villalpando”. Dos son las cuestiones que nos planteamos a partir de esta pequeña referencia. Por una parte, ¿a qué ermita o lugar se retiró el santo? Por otra, ¿quién es el padre Villalpando que, según parece, conocía mejor la vida de san Gil?
La respuesta a la segunda pregunta nos la ofrece Enrique Flórez ciento cincuenta años después. El reconocido historiador agustino afirma que se trataría de Bernardo Cardillo Villalpando, cronista cisterciense que recogió la tradición local sobre san Gil. Desafortunadamente, no hemos podido acceder a este manuscrito, mas contamos con un segundo testimonio que aborda de forma indirecta estos primeros testimonios: las Memorias para la Historia de san Gil de Casayo, opúsculo atribuido al párroco Juan Alonso Valcarce y Somoza.
Según las Memorias, que a su vez refieren a la tradición local recogida por Bernardo Cardillo Villalpando, san Gil, nacido en lugar desconocido, fue monje en el monasterio de Castañeda. Una vez que alcanzó el cargo abacial en este centro, decidió retirarse junto con un monje llamado Pedro Fresme al priorato de Santa Cruz de Casoyo, donde ejerció de párroco. Finalmente, ambos se retiraron “a lo más inculto y oculto de las sierras vezinas, fijando finalmente su residencia en una vega muy estrecha del valle de Casayo”, donde vivieron como anacoretas cada uno en una ermita distinta. San Gil murió antes que Pedro Fresme y éste le sepultó y colgó en la pared una tabla de madera donde escribió una recopilación de la vida del santo.
Bernardino de Álvares, cura de Casayo a quien Bernardo Cardillo Villalpando entrevistó, aseguró que algunos ancianos del lugar contaban que hacía un tiempo algunos pastores entraron en la ermita y “con poco respeto y tal vez con ningún conocimiento abrieron la sepultura y descubrieron el santo cadáver, al que separaron la cabeza que estaba entera con sus dientes y cabello”. El cielo se oscureció y “se fraguó una extraordinaria terrible tempestad que con truenos y rayos espantó toda la tierra de la comarca por tres días”, hasta que los pastores confesaron su profanación y “el cura pasó por allá con procesión y, recogidas con respeto debido las santas reliquias, volvió el cielo a su serenidad”.
Como vemos, las fuentes que narran la vida de este personaje se refieren a testimonios indirectos que hunden sus raíces en la tradición local. Los autores que han seguido abordando el tema han ido construyendo un relato sobre esta primigenia leyenda que no ha hecho sino enturbiar los verdaderos orígenes de este culto. Queda todavía el trabajo de contextualizar las distintas narraciones posteriores y analizar de forma crítica estas referencias que, poco a poco, han ido enturbiando el relato primigenio.
San Gil de Casaio, no tiene nada que ver con el ateniense, que la iglesia celebró desde antiguo. San Gil de Casaio, era un monje del Monasterio de Carracedo que el abad Florencio, envió con Pedro Cristiano a San Martín de Castañeda, a restaurar aquel monasterio que le fue entregado por el rey Alfonso Vll, Siendo Abad del Monasterio de Castañeda,San Pedro Cristiano, que llegó a ser obispo de Astorga, envió a San Gil a hacer un cenobio en Santa Cruz de Casayo. San gil llegó a ser abad de San Pedro de Montes en el cuatrenio 1.176 al 1.180. Fue el abad 22 Egidio o Gil, el que aparece en más de 40 escrituras, que D. Augusto Quintana Prieto, me mostró en la Biblioteca de Astorga. El Papa Benedicto XlV Creó la Cofradía de San Gil para las gentes de Casayo. Hay un libro escrito por D. Isidro García Tato de Villadequinta, que lo publicó en Casaio y lo tiene mucha gente, en el que se narra lo que se sabe de San Gil. Yo soy Anselmo Prada León de Casaio, el que ha dedicado toda su vida a averiguar la vida de San Gil de Casayo, Tengo varios libros escritos, un de 800 páginas está en el Monasterio de Oseira, se lo entregué a fray Damián Yáñez Neira, como regalo de lo mucho que había descubierto sobre San Gil de Casayo, que así se llama desde el año 1974, que está en el santoral católico.. antes se celebraba como San Gil Abad.
La cueva donde vivió San Gil estaba en lo que hoy es la Ermita, que es donde el Santo está enterrado. Los de Casaio, hemos presenciado verdaderos milagros, atribuídos a San Gil, como el que vimos al pasar por el río, cuando fueron por Él por la sequía, alguien dijo:¡Tirárlo al río! Otro fue cuando el mayordomo de San Gil Pablo León Robleda, se quedó paralítico y al pasa San Gil sobre él se levantó y fue andando hasta San Gil. Cuando murió Eleuterio Vázquez, marchó el todo terreno por el monte abajo y no le pasó nada a nadie. Cuando hice yo la imagen de San Gil Manolo se fue a quedar sin frenos ante el montón de arena de las aceras que estaban haciendo y el San Gil estaba en la puerta de Inás. Yo os digo que hay muchos casos muy extraños
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