Este extracto forma parte do artigo «La materialidad de lo común: apuntes para una aproximación arqueológica a los comunales en el sur de Europa» escrito por Anna Maria Stagno e Carlos Tejerizo-García e que podedes ver completo nesta web: https://journals.openedition.org/mcv/15588
PAISAJES DE PRÁCTICAS Y PAISAJES DE DERECHOS: UN ENFOQUE JURISDICCIONAL A LA MATERIALIDAD DEL COMUNAL, ENTRE ARQUEOLOGÍA Y ECOLOGÍA HISTÓRICA
Desde una perspectiva teórico-metodológica, los distintos casos de estudio presentados aquí se fundamentan en la perspectiva jurisdiccional aplicada a la arqueología. Este enfoque tiene raíces en la arqueología de los recursos ambientales que se ha desarrollado en un largo dialogo con la historia social, sobre todo la vinculada con las corrientes de la micro-historia.
En un seminal trabajo de 1992 publicado como monográfico en la revista Quaderni Storici sobre «recursos colectivos», Diego Moreno y Osvaldo Raggio proponían centrar su estudio a partir de los pleitos, bajo una lectura cuyo foco central fueran los recursos ambientales y las prácticas de su gestión. Por otra parte, en este mismo trabajo, se preguntaban los autores cómo esta aproximación no había encontrado todavía una aplicación para su observación en el campo. Efectivamente, hace 30 años eran escasos los estudios arqueológicos que permitieran caracterizar las prácticas de gestión de los espacios comunales y posibilitar así un diálogo analítico con los historiadores sobre estos temas. Tres décadas después, consideramos que los avances desde una perspectiva jurídica han permitido ese diálogo.

Como es bien conocido, las sentencias derivadas de estos pleitos describen acciones concretas que implican actos de posesión sobre los distintos espacios y paisajes, como, por ejemplo, la construcción de cabañas (casoni, chozas…) o recintos (majadas), el traslado de ganado o rebaños, la corta de leña, el cultivo, etc. Todas estas acciones implican prácticas de trabajo y de posesión simultáneas cuyas huellas se pueden investigar arqueológicamente. Huellas que, en el caso de que se encuentren fuera de los propios asentamientos, pueden ser muy débiles y de difícil detección, como ocurre con algunos ecofactos, como la presencia de ciertas especies vegetales que visibilizan ciertas prácticas, los análisis polínicos y de palinomorfos no polínicos (NPPs en sus siglas en inglés) o las trazas de poda en los árboles. Sin embargo, en los últimos 30 años, los avances de la arqueología ambiental y en la ecología histórica han permitido llegar a un alto nivel de precisión a la hora de caracterizar estas débiles huellas materiales, al considerar no sólo las evidencias sepultadas y los artefactos, sino también las evidencias en la cubierta vegetal actual (ecofactos e indicator species). Considerar estas huellas en términos estratigráficos permite reconstruir no sólo las dinámicas y transformaciones en los usos de los espacios colectivos, sino también profundizar en el análisis de las formas de apropiación y de su duración, y desde allí leer arqueológicamente la conflictividad sobre los recursos colectivos, es decir, las diferentes formas de reivindicación de los derechos de acceso a los recursos y la construcción de nuevos derechos.
Esta base metodológica ha fundamentado los casos de estudio que se presentarán a continuación, realizados en contextos de investigación y geográficos distintos pero con la idea común de explorar la potencialidad de investigar la dimensión jurisdiccional de las prácticas colectivas. Estos ejemplos no tienen el objetivo de presentar una detallada batería de datos, sino de ofrecer algunas pinceladas sobre cómo, desde diferentes tipologías de evidencias (los asentamientos, los espacios productivos o la relación entre pastos y recursos hídricos) se puede abordar desde la materialidad esta dimensión jurisdiccional del espacio, y los aspectos particulares en los que una aproximación arqueológica permite desvelar la complejidad socioeconómica de estos espacios comunales.